sábado, 6 de agosto de 2011

A fearsome thing to behold

Cuando era niña pensaba que todos los gringos eran iguales, enormes hombres de 1.90 con una mata de pelo amarillo, piel blanca como el marmol y espaldas rectas al andar, gente que andaba con pantalones cortos y morrales al hombro, botella de agua en mano señalando lo que veían con cara de asombro, luego con una enorme sonrisa improvisan un atropellado español para hacerles saber a sus guías que valió la pena el viaje y las incomodidades a las que se someten, solo para venir a ver esa maravilla del mundo. Siempre me los imaginé asi, atléticos,de sonrisa perdida, entre empática y ajena y con ese aire hippie moderno de vida sostenible, parecidos al muchacho del restaurante vegetariano en el que almorázamos como por tres meses cuando yo estaba como en séptimo y de quien su fluído inglés y su espesa barba rojiza me hipnotizaban.

Finalmente después de dos años de vivir sumergida entre otro tipo de gringos, me topé con uno de esos personajes de mi niñez.

Ella es todo eso y más: maneja un prius, compra verduras y frutas orgánicas gracias a la suscripción que tiene en la granja local de su agrado, quienes le avisan cuando puede venir a recoger lo que con esfuerzo la tierra dió sin pesticidas o fertilizantes, se toma una copa de vino tinto Californiano 3 veces a la semana -por aquello de los antioxidantes- y practica yoga todos los días, todos, incluído el domingo. Comparte el cuidado de su perro rescatado de perrera con su novio de larga data, quien por supuesto es como ella.
Es como predijo Jane Austen "She is a fearsome thing to behold". Es todo y más, bueno con la excepción de que no es vegetariana. Nimiedades!

La tierra prometida de las peliculas y los libros, está de aquí para la derecha del mapa. O eso espero y ansío. Es la cuarta mudanza en 3 años y francamente no tan agotador para el espíritu como podría pensarse aunque si pasa cuenta de cobro y no es barato. Adaptarse es duro pero arrancar de cero tiene muchas ventajas y es lo que siempre me ha motivado cuando tengo que empacar, puede uno empezar de nuevo con más experiencia, sin cometer los mismos errores, gente nueva, Angela nueva.

En esta nueva parcela a la que emigré las cosas son distintas, ese “calor humano” del suroeste está diluido, la gente no me saluda a todo momento, no me se los nombres de las cajeras de la cafetería ni ellas se saben como me gusta mi tinto, no notan que me corté el pelo porque no me conocieron con mi larga y espesa cabellera que pesaba mucho y que en resumidas cuentas se traduce en que yo, no les importo y a mi eso me agrada extrañamente. Tienen muchos mas clientes regulares y al parecer de ninguno de ellos se saben el nombre. Casi todos en la cafetería son afroamericanos, que son otro tipo de gringo, uno que no me imaginé cuando era niña. Estos son un poco mas reservados y menos cálidos anfitriones que los de Oklahoma. Aunque admito que como recién llegada Oklahoma era lo que necesitaba y de hecho funcionó muy bien, las maneras de Saint Louis tienen su atractivo. Aqui cada uno esta en su cuento, es menos vida de pueblo chismoso y más de ciudad. Y aún me sorprendo pensando cómo fué que terminé aquí, modestamente feliz. Sí, ese es el balance luego de 1 mes y 4 días. Modestamente feliz.

Yo por supuesto ya me converti al ovo lacto chorizo vegetarianismo cafeinómano orgánico gringo en bicicleta que cuando tenía 11 me prometí vivir. Bueno con el perdón de dos días a la semana, uno de ellos el domingo, en el que como carne, porque todavia me antojo.
Después de todo no soy gringa y los gringos no son como yo me los imaginé cuando era niña.

2 comentarios:

  1. Me gusta eso del ovo-lacto-chorizo-vegetarianismo.

    Gente como tú siempre será bienvenida y querida adonde vaya. Lo prometo. :=

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  2. := Gracias. Charlie me hace sentir bienvenida, eso es bueno

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